viernes, 8 de febrero de 2013

EL BARÓN DEL TERROR (1962), de Chano Urueta

GENERACIÓN DEL 27. Emilio Prados

INVITACIÓN A LA MUERTE

Ven, méteme mano
por la honda vena oscura de mi carne.
Dentro, se cuajará tu brazo
con mi sombra;
se hará piedra de noche,
seca raíz de sangre...

Coagulada la fuente de mi pecho,
para pedir ayuda
subirá a mi garganta.

¡Niégasela si es vida!
¡Clávame más tu brazo!...
¡Crúzamelo!
¡Atraviésame!

Aunque me cueste el árbol de mi cuerpo,
condúceme a ti, muerte.


GENERACIÓN DEL 27. Gerardo Diego

ABANICO

El vals llora en mi ojal.
   
                           Silencio.
En mi hombro se ha posado el sueño
y es del mismo temblor que sus cabellos.



INSOMNIO

Tú y tu desnudo sueño. No lo sabes.
Duermes. No. No lo sabes. Yo en desvelo,
y tú, inocente, duermes bajo el cielo.
tú por tu sueño y por el mar las naves. 


 En cárceles de espacio, aéreas llaves,
te me encierran, incluyen, roban. Hielo,
cristal de aire en mil hojas. No. No hay vuelo
que alce hasta ti las alas de mis aves.


Saber que duermes tú, cierta, segura
-cauce fiel de abandono, línea pura-,
tan cerca de mis brazos maniatados.


Qué pavorosa esclavitud de isleño,
yo, insomne, loco, en los acantilados,
las naves por el mar, tú por tu sueño.


domingo, 23 de mayo de 2010

Dulce soñar, de Juan Boscán (1490-1542)

Dulce soñar y dulce congojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.

Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme.

¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.